Publicado en: ADN
Caminando el barrio Ricaurte en Ibagué se ve un comercio activo, se siente el calor de la gente alegre, más que del propio clima. Al llegar a mi punto de destino para conversar con Diego Marín me impresionó el movimiento de su barbería. Hombres de todas las edades, música para el ambiente, venta de productos que complementan el servicio, empleados uniformados, alegres, con vocación y, finalmente, una barba en crecimiento con un sombrero que luce Diego con mucho flow.
Cuando escuché su historia reafirmé lo que es el camino del emprendedor. Un paso a la vez en una escalera que a veces es ascendente y otras en espiral, donde lo que mantiene firme al empresario naciente es su convicción, porque los primeros pasos los da en soledad y en los siguientes se van sumando las pequeñas victorias y desafíos. Con lágrimas de emoción al ver lo conseguido, Diego recordaba cómo pasó de vigilar calles y edificios a tener su propia barbería.
Cuando habla de su actividad económica no se refiere solo a un servicio de corte, peinado o belleza; tiene claro que más que una empresa tiene un centro de formación donde transforma la vida de más de 30 jóvenes que estaban perdidos en el camino. Mira hacia atrás y ve sus dos puntos de venta, mira hacia adelante y ve más jóvenes preparados para contar otra historia, así como él lo hace con la suya. Paso a paso él mismo transformó su propósito empresarial en uno que le dio más sentido y lo ha llevado a crecer como nunca lo imaginó.
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