Economía de a pie

Colombia es un país de microempresas, tenemos 5.8 millones de micronegocios que, entre formales e informales, generan cerca del 80% de empleos en el país; mucho de ellos nacen en barrios y veredas, con más restricciones que oportunidades. La historia de Rigoberto Muñoz sí que arrancó a pie. En su juventud fue desplazado por la violencia de Campamento, Antioquia. Llegó a Medellín sin tener un lugar donde dormir y por subsistencia empezó a trabajar como reciclador en las calles de la ciudad. Decidido a salir adelante intentó diversas actividades como vender limones en los barrios, cigarrillos y dulces en las entradas de las estaciones del metro para luego empezar a trabajar en construcción, y fue allí donde descubrió su pasión por la electricidad, y tuvo la oportunidad de estudiar en el SENA, convirtiendo una habilidad en una idea de negocio.

Alguna vez encontró un volante donde se dio cuenta que podía solicitar un pequeño crédito productivo, al que en poco tiempo accedió. Esta empresa hoy lleva siete años de existencia y su éxito está basado en el buen servicio que presta a sus clientes, a quienes “no enreda con cuentos para un segundo servicio”, como dice que pasa mucho en el gremio, por el contrario, la transparencia ha sido su propuesta de valor para ganarse su confianza y fidelizarlos, logrando que también lo referencien y siga creciendo. Hoy genera 17 empleos formalizados para personas que tienen en común el deseo de superarse.

Rigoberto espera que en algunos años su empresa esté más estructurada y grande para seguir generando empleo, darle oportunidades de superación a más personas y aportarle al futuro del país. Muchos emprendedores y empresarios de las Mipymes inician en la economía de a pie, la informalidad no es sinónimo de ilegalidad, por lo que acompañarlos en dar pasos hacia la formalización, el conocimiento y el progreso, es una labor que nos involucra desde lo institucional, lo público y lo privado.